Hacia las Montañas

Ayer, nueve hora de viaje. Hoy, cinco.  Debieron ser tres o cuatro pero nos perdimos, inclusive el GPS no se orientaba! Y así fuimos de un lado a otro hasta que por fin llegamos a la ruta correcta… la famosa Ruta 40.
No estamos más en el desierto.  Hemos pasado junto a interminables viñedos –la Provincia de Mendoza es famosa en el mundo por sus vinos– y comenzamos a subir hacia las montañas.  El horizonte no es más aquel infinito donde se perdía la mirada, como en los días pasados, ahora termina en Los Andes.  Los chicos han inaugurado Radio Darwin, la primer radio bilingüe desde los tiempos de Marconi.  El programa ideado por Kika y Amrit, con la colaboración de Carmela y Monse, se trasmite, irregularmente, a través del sistema de audio de la combi.
A lo largo del camino encontramos, como desde que salimos, pequeños altares dedicados al Gauchito Gil: banderitas rojas, estatuillas del Gauchito, con boleadoras negras, ofrendas de vino y otros objetos.  Algunos están construidos dentro del hueco de un árbol, otros ocupan un pequeño montículo.  El Gauchito Gil es un personaje mítico que la gente venera porque se dice que cura a los niños.  Vivió entre 1840 y 1878, desertó del ejército por no querer participar de la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, a quienes consideraba hermanos, y luego de ser capturado fue asesinado.  Además, defendía a los pobres y robaba a los ricos.  Un personaje incómodo para las autoridades que pensaron eliminarlo aún cuando estaba por proclamarse una amnistía para todos los desertores y objetores de conciencia, llamados traidores.  Antes de morir dijo al verdugo, que tenía un hijo enfermo, que rezara “en nombre de Gil” por la vida de su hijo.  El verdugo le dio sepultura y rezó; y al volver su hijo se había curado.
También encontramos otros altares, éstos son de la Difunta Correa, que murió de sed escapando por el desierto, en busca de su marido.  A pesar de morir de sed, su hijo lactante, pudo sobrevivir  tomando la leche del pecho de su madre.  La gente lleva botellas de agua en su honor, y en algunos lugares se encuentran cientos de botellas apiladas.  También ella protege a los niños.
El valle que recorremos va tomando poco a poco la fisonomía andina: altas montañas y precipicios constituidos de estratos superpuestos de vistosos colores: rojo, naranja, gris oscuro, amarillo azufre.  La fuerza de los movimientos geológicos que aquí son evidentes aún a los ojos mas inexpertos, ha dispuesto estos estratos en formas que parecen poco naturales.  Columnas verticales, salientes que desafían la ley de la gravedad, grietas cavernosas, suaves ondulaciones… detrás de cada curva un espectáculo nuevo…
Uspallata está sobre la ruta que conecta Argentina y Chile y es un importante punto de intercambio y centro turístico: esquí, rafting, paseos por la montaña, escalada y andinismo en los picos entre los más altos del mundo.
En el jardín del hotel, retomamos entre todos la historia de Darwin, que no era, como muchos creen, un viejo feo y aburrido… sino que cuando partió en su viaje alrededor del mundo a bordo del Beagle, tenía apenas 22 años y no se imagino nunca convertirse en uno de los científicos más famosos del mundo.  Más vale era un saltimbanqui “hijo de papá” que todavía no había encontrado su camino.  Lo encontró, sin embargo, en aquel famoso viaje que hoy nosotros estamos recorriendo nuevamente, aunque sea solo en parte.

Traducción: Pablo

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