Hoy nos levantamos a las 7,30, desayunamos rico, y nos hicimos unos sandwichitos para el viaje a Puente del Inca, cargamos agua y salimos a las 9 en busca de nuestro destino del día. Luis, nuestro chofer, estaba tranquilo porque el camino no tiene muchas curvas.
A las 10,30 llegamos al Puente del Inca que Darwin visito en 1835. Le habían dicho que al Puente lo habían hecho los Incas, pero él no creía eso y en cambio pensó que el río Mendoza había cavado el túnel a través de las rocas sedimentarias. Sin embargo, tampoco era así! Algunos años antes, su amigo el geólogo Charles Lyell, había dicho que “para entender el pasado había que observar el presente” (a mi tío ese pensamiento le gustó!) ¿Qué había observado Lyell? Que en muchas oportunidades, en el fondo de cañadas, de barrancas y de ríos se acumulaba nieve, sobre la que luego caían rocas, tierra y arena de los derrumbes, aprisionando el hielo debajo. Cuando el hielo se derretía, quedaba formado un puente de sedimentos. En el caso del Puente del Inca, también ocurrió esto pero además había aguas termales que impregnaron el puente y lo hicieron más sólido. También el agua salía por otros lugares y como tiene azufre, hierro y cobre todo es color amarillo, rojo y verde.
Todo muy lindo… pero el puente estaba cerrado… porque como sale cada vez menos agua, al secarse, se parte y ya ha habido derrumbes, desde el 2005. Guillermo, un guardaparque, nos explicó que están estudiando el modo de recuperar el agua que sale por debajo para irrigar la parte de arriba. Y de buena onda nos mostró los carteles nuevos que están haciendo para mejorar el lugar.
Como, obviamente, ya teníamos hambre, nos comimos los sándwiches que nos habíamos traído del hotel, mientras íbamos hacia el mirador del Aconcagua, la montaña más alta de toda América! A pesar de que estaba nublado lo pudimos ver casi todo menos sus cumbres. En el mirador había unas flores amarillas lindísimas, les sacamos fotos y sacamos fotos del Aconcagua.
Y después empezamos a bajar, pasamos Uspallata para el lado de Villavicencio para ir al Bosque Petrificado Charles Darwin, apenas hicimos unos pocos kilómetros y empezó el camino de tierra! lleno de serruchitos y el colectivo se movía todo como una licuadora! Las mochilas se caían de los portaequipajes. Anduvimos un poco así después el camino mejoró. Venía un auto de frente haciendo señas, paramos y nos dijeron que el camino estaba cortado por el desborde de un río, pero seguimos igual, porque queríamos llegar al bosque petrificado (si ya sé, ya lo dije!). seguimos y encontramos un cartel que cortaba el camino, nos bajamos y empezamos a ver si podíamos pasar igual, caminamos un poco, nos pusimos a ver piedras, con Marco que nos explicaba que era cada una. Pasaron unos lugareños y les preguntamos si el bosque quedaba lejos. “a un kilómetro y medio” dijeron… Para que!, salimos caminando para allá! En el camino juntábamos piedritas -yo encontré varios ópalos!- y llegamos por fin al bosque… o lo que dejaron de él. Porque no quedo ningún árbol al lado del camino, quedaron sólo los huecos en la piedra. Marco nos contó que en la zona había un bosque más bien abierto, con pocos árboles, pero muy altos, de más de 20 metros. Resulta que había un volcán cerca, y cuando estalló la nube piroclástica cubrió todo el bosque y luego se petrificó. Las lluvias hicieron su trabajo, y fueron rompiendo la montaña hasta que dejaron a los árboles fosilizados a la vista, que es como los encontró Darwin.
Cuando estábamos volviendo, sentimos un ruido de auto, era Luis que venía a buscarnos! Un capo Luis. Nos subimos a la combi todos menos Amrit que iba más adelante… entonces le hicimos una broma! Cuando nos hizo dedo para que lo lleváramos… seguimos de largo!! Así que tuvo que correr como 50 metros para alcanzarnos!
Al fin, ya llegamos al hotel y estamos escribiendo esto con Pablo.
Mañana la seguimos, porque nos vamos a una estancia en Córdoba, al sur, en Del Campillo!
Agostina y Pablo